Por mi tarea de capellán de Fuerza Aérea
Argentina me encargaron la misión de acompañar al contingente N° 45 para el
relevo de personal en la base Bice Comodoro Marambio en la Antártida. Fue una
experiencia de profunda emoción humana, profesional y espiritual; por el hecho
de que se involucra todo el quehacer de la persona y de la institución.
La despedida de los familiares en
Palomar, madres, esposas, novias, hijos, en ese abrazo largo y apretado de,
hasta luego por un año y lágrimas, presagiando la soledad y la preocupación de
tener que remar sola con los niños, la tarea de la casa, la presencia maternal
sin el compañero.
Después de la formación de rigor y con la
venia del brigadier general encargado de esta misión, abordamos el Hércules
C130, aviones que acompañaron las máximas gestas históricas de la patria. Luego
de 4 horas de vuelo hasta la base aérea de Río Gallegos, nos recibieron con
todos los honores y una hospitalidad de verdadera camaradería.
Al otro día, muy temprano, para hacer
honor al dicho militar, luego del desayuno embarcamos nuevamente en el C130
hacia la Antártida, con la vestimenta del caso, sabiendo que encontraríamos 8°
bajo cero con viento. Después de una travesía de 3 horas y media el corazón
late un poco mas fuerte por los mensajes que le envían los ojos al divisar en
las aguas del mar inmensas masas de hielo a la deriva, y enseguida se divisa la
gran meseta que conforma el continente antártico “que pareciera que Dios
preparó de manera especial para que se construya allí la pista de aterrizaje de
la base, tan lejana para algunos y tan sentida y comprometida para otros.
En esta época, de noviembre hasta enero o
febrero, se da el clima ideal para los cruces al Continente Antártico, es por
eso que se programan las actividades y operativos de reemplazo y
reabastecimiento de la base para enfrentar el largo y duro invierno.
Ya en tierra en la base de Marambio, el
personal residente nos recibe con lágrimas de emoción al ver camaradas,
compañeros de misión que integrarán los equipos para que la misión continúe,
hablamos de pilotos, mecánicos, médicos, enfermeros, carpinteros, plomeros,
herreros, meteorólogos, cocineros, electricistas, técnicos en radar y
comunicaciones, etc. Hombres y mujeres.
Transcribo textual la invocación
religiosa hecha en la ceremonia de recambio de personal: “Este es el día en que
actuó el Señor, sea él nuestra alegría y nuestro gozo”. Con las palabras del
salmo, demos gracias a Dios Padre misericordioso y eterno, por permitir que
seamos nosotros los que estemos hoy aquí, celebrando un nuevo aniversario de
fundación de esta Base, Vice comodoro Marambio y realizando el relevo de personal.
En este misterioso oasis
del desierto helado más grande y completo del mundo, te pedimos Señor tu
protección para cuantos renunciando a una vida muelle y alejándose por un
tiempo del calor de sus hogares, se consagran a la heroica tarea de ejercer su
profesión en este mirador, lejano, y puesto de convergencia en el gran
continente blanco.
Bendice abundantemente Señor, a los
integrantes de la Fuerza Aérea Argentina, para que acompañados a la distancia,
con el apoyo moral y la oración de sus esposas, hijos, padres, hermanos,
novias, amigos, logren su objetivo de servir a la patria.
Y finalmente a la madre de Dios, Nuestra
Señora de Loreto, le pedimos que continúe cubriendo con su manto maternal a las
generaciones que les sucedan en el duro bregar de esta gigantesca masa de
hielo, nieve y viento, para que “sean eternos los laureles que supimos
conseguir”. Amén.
Luego dimos paso al compartir los alimentos en
alta camaradería y diálogos de pase a los que asumirán la posta desde ahora y
por un año. Pasada las 16 horas y después del paseo de reconocimiento de todos
los sectores, fotografías incluidas, fuimos abordando el aéreo de regreso, con
la sensación de que una parte del ser se queda en ese mágico lugar que no
pertenece al Estado ni a la Fuerza aérea sino a cada uno de los argentinos. Noviembre 2013