DESDE BRASIL
AL RIO LUJAN: la
historia de la devoción a
la virgen María de Lujan en las
comarcas del Río de la Plata se remonta como sabemos al año 1630, cuando dos
imágenes traídas desde Brasil fueron cargadas en el puerto de Santa María del
Buen Aire sobre una de la carretas que pacientemente hacían el recorrido entre
Buenos Aires y el norte del país.
PRIMEROS CULTOS: Después
de haberse divulgado el “milagro de la carreta”; como relata H. S. Palacios en
la voz Lujan del Nuevo Diccionario de Mariología, de la Orden de los Siervos de
María editado por San Pablo (Año 1988); los campesinos y viajantes comenzaron a
venerar a la Virgen Santísima en esa imagen, cuya fama fue propagándose en los
alrededores y seguramente a lo largo del camino viejo en todas las postas
frecuentadas.
Los Rosendo levantaron
una pequeña capilla, que pronto se convirtió en centro de peregrinaciones. Al
cuidado de la imagen estaba un negro oriundo de África, llamado Manuel, quien
la sirvió cerca de medio siglo.
Más de 30 años después,
esta capilla, por diversas razones, fue quedando en despoblado
(1663-1671). Aquí aparece un personaje
de gran interés en esta segunda etapa de la sagrada imagen. Temerosa de la
indiada y del abandono del lugar, doña Ana de Matos compró al cura de la
catedral de Buenos Aires don Juan de Oramas (heredero de los Rosendo y a quien
correspondía la atención espiritual de dicha capilla) la milagrosa imagen y la
trasladó en la actual ciudad de Luján (1671).
Con el tiempo y con la ayuda del mayordomo de la Virgen, Manuel Casco de Mendoza y el capellán don Pedro de Montalbo, quien fue curado milagrosamente
por Nuestra Señora, levantaron una capilla apropiada.
A todo esto, la imagen
había comenzado a ser llamada LA
VIRGEN DE LUJÁN, del
nombre que ya tenía
en río, en cuya orilla quiso ella
quedarse. Este afluente del río de la Plata había sido denominado Luján por don Pedro de Mendoza en
1536, en memoria de su sobrino el capitán Pedro
Luján, muerto por los indios en las orillas del mismo. Años después del
traslado de la imagen, en 1684, Antonio
Azcona Imberto, cuarto obispo de Buenos Aires (1676-1700), creó la
capellanía de Nuestra Señora de Luján.
Hasta aquí los puntos fundamentales del relato lujanense.
Evocando el
hecho de 1630, el 14
de octubre de 1979 el
obispo de Zarate-Campana,
mons.
Espósito bendijo un templete
dedicado a la Virgen de Luján
en el lugar
del milagro (a la altura
de Villa Rosa, 30 kilómetros más abajo
de Luján). Ultimament
se ha erigido
un hermoso oratorio, en el cual
se celebra misa.
No debemos olvidar el
poder intercesor que
tiene la Virgen
ante su Hijo; muchas
veces minimizamos la figura
de María, “que desde Luján nos
dice, Argentina canta y camina…”
Ella, si nos hablara diría una
y mil veces: “hagan lo
que El les
diga”.
No debemos
confundirla con una santa más. Es la gran mediadora universal
ante su Hijo. Ella es co-redentora, co-salvadora
de la humanidad
con Jesucristo.
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