DIA DE LOS
ABUELOS
Por
un antiguo escrito
llamado Evangelio de
Santiago apócrifo sabemos que
Joaquín y Ana
son los papás
de María la Virgen.
Ya
ancianos y Ana
estéril no podían
tener familia, esto para
la cultura judía
era como un castigo de Dios.
Hasta que por su perseverante
oración, Dios le
concedió el milagro
de que le
nazca una descendencia. Así , de María
primogénita, nacerá el
Jesús Hijo Primogénito
de Dios.
Podemos
leer en este
acontecimiento, cómo Dios Padre deposita su atenta
predilección por los
ancianos. Esto tiene que
decirnos algo a
nuestro mundo actual.
Geriatría, es
la rama de
la medicina que
se ocupa de
la última etapa
de la vida
humana. A veces
los términos “ancianidad
o vejez” son
sustituidos por el
de “tercera edad
y por anciano”.
Para
suavizar esa realidad
se prefiere hablar
de “juventud del
espíritu”, o “seguir siendo
jóvenes por dentro”,
contraponiendo la vejez
a la juventud.
El
cambio de época, los
adelantos en la
cibernética e informática, la digitalización de aparatos
de comunicación, y
la necesaria mentalidad
nueva le han
quitado al anciano
su aureola de
patriarca, de hombre sabio,
de consejero prudente
y de guía
seguro.
La
gente de antes
lograba subsistir con
las experiencias y
valores de los
antepasados. Por el cuidado y
el cultivo de la
tierra, el agua. En
la elaboración de
sus alimentos caseros, chacinados, vino, conservación
de carnes en
grasa, sin heladeras
ni freezer, en
la experiencia y
aprendizaje de un
oficio, y en la práctica
de los valores,
del decir y el
hacer. La palabra
valía más que un
documento de papel.
Muchos
de nuestros abuelos
no asistieron a una
escuela pública, pero tenían
la sabiduría que se
transmitía de forma
oral de generación
en generación. Hoy podemos
decir: la sabiduría del
árbol genealógico.
En
la actualidad, donde aparentemente
lo tenemos todo: aparatos electrodomésticos y de comunicación
y sin embargo
falta comunicación interpersonal, un diálogo
sereno, cercano, mirándonos
a los ojos.
Antes
que no había
tanta tecnología, los
niños rodeaban a los
abuelos y los
acribillaban a preguntas,
entusiasmados por sus
historias de vida. La
familia compartía todo
entre sus integrantes,
reuniones familiares y se involucraban
en la realidad
que vivían, sea
de dolor y
sufrimiento por enfermedad, por
trabajos, o en fiestas,
momentos de gozo
y alegría, en
solidaridad con los
vecinos; sin embargo
hoy vemos cómo
cuesta entablar una charla
de cualquier índole
y es imposible
que adolescentes y niños se involucren
en algo familiar porque
viven aturdidos y
perdidos con sus
celulares.
A
medida que avanza
la post modernidad
y desde el
punto de vista
psicológico, el anciano
tiene que ceder
su lugar al
joven: el único criterio
de valoración es
la productividad. El
no puede acumular
derechos, ya que
la colectividad lo
mantiene, con pensión o
atendido, el abuelo
pasa ser un
peso social. Su
experiencia ha quedado
superada; la sociedad
de hoy tiene
necesidad de algo
muy distinto. Por
lo tanto si el
anciano no es
autosuficiente, que se contente
con lo que
la sociedad hace
por él en
instituciones apropiadas en
las que no falta
nada; y si
es autosuficiente, que
se quede en
su propia casa,
sin meterse en la
de sus hijos
o en la de
sus nietos, que
tienen derecho a su
propia autonomía.
La
verdad es que
no es posible
generalizar ni condenar
todo; pero en
ello hay mucho
de verdad. Lo
cierto es que el
anciano es un
marginado. Viendo esta
realidad es bueno
que reflexionemos si
estamos viviendo mejor
hoy que antes.
Hoy,
aparte de otras
contaminaciones, estamos viviendo
una contaminación neurológica. Sería bueno
que volvamos a
los valores que
no cambian, a
lo natural, a
lo humano dejando
o graduando la
tecnología que a
la larga nos aísla y
deshumaniza.
No
olvidemos que en el
anciano se da
una frecuente regresión
afectiva por la
que fácilmente tiende a
establecer de nuevo
una antigua relación
de dependencia de
alguien que lo
proteja, que comprenda
su necesidad acentuada
de afecto, de soledad, de seguridad
y que le
haga sentir que
no es inútil
para la sociedad,
sino que sigue
teniendo su propio
valor por sí
mismo, el valor
de todo ser
humano en cualquier momento
y condición de
la vida: una
persona capaz todavía
de amar, de
servir, de dar.
En
esta situación la
mayoría en los
ancianos encuentran una
respuesta inmediata a sus
necesidades en la fe,
es a
María la virgen a
quien recurren, es
en ella que
encuentran a la
madre capaz de protección y
cariño.
Feliz
día para todos
los abuelitos. Dios
los bendiga y
la Virgen los
proteja.