viernes, 13 de septiembre de 2013

EN EL AÑO DE LA FE

                                                
Me pareció oportuno profundizar sobre Dios Padre desde Jesucristo mismo. Porque solo él vivió una humanidad con mucha más profundidad que cualquiera de nosotros. Y en su humanidad encontró como lo más intimo de si mismo al  propio Dios.
Jesús se sabe unido al Padre con una intimidad total y desconocida para nosotros. En su vida y en su conducta no hay otra razón de ser que el Padre.
Claro, me podrán decir, porque Jesús también comparte la misma naturaleza que el Padre. Sabemos hoy que la conciencia humana de Jesús no era como un doble de la conciencia divina. En su realidad humana él se relaciona con el Padre como criatura, con libertad, obediencia y adoración.
Podemos afirmar hoy también que Jesús tenía dos clases de ciencias: un saber adquirido en relación con la cultura de su época (que debe ir aprendiendo), y un conocimiento profético, como don de Dios, que lo capacitaba para cumplir a la perfección su misión de revelador del Padre.
FE EN DIOS PADRE:
¿Tuvo fe Jesús? A muchos les cuesta admitir que Jesús tuviera fe, porque él veía siempre a Dios como los bienaventurados del cielo. Pero veamos cómo Jesús es el auténtico creyente en Dios Padre.
En la carta a los Hebreos leemos: “corramos con constancia en la competición que se nos presenta, fijos los ojos en el pionero y consumador de la fe, que es Jesús” (Heb. 12,2)
Según este texto genial, Jesús es preparado como modelo perfecto de los creyentes, el que ha llevado la fe a la plenitud de la perfección, experimentándola en su propia vida, en una situación humana muy dura, al tener que elegir entre el gozo y la cruz, pasando por encima de la ofensa y el desprecio, Jesús es el modelo perfecto de la fe perseverante en Dios Padre, él ha tenido que luchar hasta el final para dar toda su perfección a su actitud de creyente.
La Fe de Jesús enfrenta al hombre con la realidad “Dios”, en la que él creyó. Jesús es el camino para llevar a los hombres a creer en Dio como él creyó y a ser de Dios como él lo fue. La fe aparece en los textos bíblicos como símbolo de confianza en Dios Padre. Jesús se entrega incondicionalmente a su Padre Dios y acepta sus planes en absoluta docilidad, confianza y abandono, aún en los momentos  de mayor oscuridad nuestra condición de creyentes tiene que estar calcada de la de Jesús.
La fe de cualquier persona, tiene que realizarse en la confianza en  el abandono en manos de Dios y muchas veces en la oscuridad y en la soledad de la cruz.
BUSQUEDA CONSTANTE DE DIOS PADRE Y SU REINO:
Ya hemos dicho que toda la vida de Jesús estuvo centrada en Dios como Padre. En nuestra vida debemos tomar su ejemplo, su misma actitud.
En las tentaciones, en el huerto, en la Pasión Jesús puede superar todo por su total entrega, confianza y obediencia a Dios Padre. Por eso podía decir: “Padre, que no se haga mi voluntad sino la tuya”. (Mc. 14,36)
A la fe le corresponde dejar a Dios ser Dios. Esto es lo que en antiguo testamento se conoce como trascendencia o santidad de Dios.
JESUS SE SIENTE ENVIADO DEL PADRE:
La actitud que tuvo Jesús desde sus primeros años de continua búsqueda de Dios y sumisión a él, fue cuajando en una conciencia cada vez más clara de que Dios Padre lo había mandado al mundo con una misión especial. Refiriéndose al Padre, Jesús casi siempre dice: “El Padre me envió” (Jn.5,23.37) Otras veces no cita el nombre del Padre, sino simplemente dice: “El que me envió”.
Jesús no es simplemente un mensajero del Padre que trae un mensaje de parte de él: Jesús mismo es el mensaje.
El Padre no decidió enviar presente a los hombres por medio de Jesús: envía a su propio Hijo (es lo que celebramos en Navidad) Jesús se identifica plenamente con su misión. No pretende ser nada en sí mismo. Toda su realidad consiste en desempeñar la función de intermediario, transmisor, comunicación entre el Padre y el mundo. El es en su totalidad, contacto, mediación, canal por el cual  Dios se comunica con el mundo. Por él pasa el movimiento de comunicación. Jamás se encierra en si mismo: es apertura al Padre y apertura al mundo. No tiene otra personalidad que el servicio al Padre y a los hermanos; ponerlo a los dos en contacto. Este es su modo de ser misionero.
Jesús no tiene vida privada, no se concentra en si mismo: siempre habla o escucha. Habla a los hombres sobre Dios y habla con Dios sobre los hombres; escucha la voz de Dios en el mundo y escucha lo que dice Dios sobre el mundo.
Jesús es aquel que oye y ve, aquel que vive recibiendo y dando. Todo lo que tiene es recibido. “Las palabras que tú me diste, yo se las entregué a ellos” (Jn.17,8) El recuerda a sus discípulos:”Les he  comunicado todo lo que he oído a mi Padre “ (jn.15,15) Dice también:”Yo no he hablado en nombre mío; el Padre que me envió me ha encargado él mismo lo que tenía que decir. . .Por eso, lo que yo hablo, lo hablo tal y como me lo ha dicho el Padre” (Jn. 12,49 – 50)
En Mt.11,27 dice; “Mi Padre me lo ha enseñado todo; al Hijo lo conoce solo el Padre y al Padre lo conoce solo el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
Y en Jn.10,15: “Igual que mi Padre me conoce, yo conozco también al Padre”.
En este hecho de que Dios le ha abierto su propia intimidad, lo mismo que un padre a su hijo, se apoya precisamente la autoridad y el poder de Jesús.
GOZO  Y  CONFIANZA  QUE  JESUS  DEPOSITA  EN  SU  PADRE
Es digno destacarla escena en la que Jesús, con la alegría del Espíritu Santo, bendice al Padre porque se ha “revelado a la gente sencilla. Si, Padre, bendito seas, porque eso te pareció bien” (Lc.10,21)
Otra escena que mueve a Jesús a decir “Abba” (papito) es la acción de gracias por la resurrección del Lázaro, milagro debido a su súplica: “Gracias, Padre, por haberme escuchado. Yo sé que siempre me escuchas” (Jn.11,42)
Por otro lado están los ruegos llenos de confianza de la oración sacerdotal del cap. 17 de san Juan: “Padre ha llegado la hora. . glorifícame  tú a tu lado. . Yo voy a reunirme contigo. . que sean uno, como tú, Padre, estás conmigo y yo contigo. . Padre Tú me los confiaste, quiero que contemplen esa gloria que tú me diste. . Padre justo, yo te conocí, y también estos conocieron que tú me enviaste, que el amor que Tú me has tenido  esté con ellos”.                                                                                                                                                                                                                           
 JESUS   ES  IMAGEN  DE   LA  BONDAD  DEL  PADRE
“A Dios nadie lo ha visto jamás” (Jn.1,18)  Dios en si es “invisible” (1Tim.1,17) Pero para nosotros, sus criaturas, en un cierto modo, “lo invisible de Dios. . resulta visible a través de sus obras” (Rom.1,20).
Desde que el mundo es mundo Dios se da a conocer a través de la creación. Además Dios se manifiesta también en los acontecimientos que ocurren a través de la historia en medio de los hombres. Y sabemos por la fe que el acontecimiento de la historia de la humanidad es el paso de Jesús por Palestina, ya que él es el gran revelador del Padre. Quien ve y contemple con ojos limpios a Jesús, entenderá todo lo que se puede entender de Dios en este mundo. “El es imagen de Dios invisible” (Col.1,15); el único que con toda verdad puede darlo a conocer. (Jn.1,18)
Recordemos el pedido que Felipe le hace a Jesús en el Evangelio de Jn. 14,8) “Señor, muéstranos al Padre y esto nos basta”, esto expresa la más profunda aspiración de la humanidad en busca de Dios. Y la respuesta de Jesús asegura que esta aspiración ya puede ser colmada: “Quien me ve a mí, está viendo al Padre”. (Jn. 14,9) Este es el único camino para poder conocer y llegar a Dios. “Nadie se acerca al Padre sino por mi, si ustedes me conocer a mi, conocerán también a mi Padre” (Jn. 14,7)
Este es el mensaje que el viene a traernos. Toda su existencia humana tiende a hacer ver al Padre.
En Jesús se da a los hombres la manifestación plena e irrepetible de Dios. Si todo hombre es imagen de Dios, Jesús es de modo único la imagen de Dios. Por medio de él Dios se ha hecho presente en medio de nosotros.
En todas sus palabras y acciones tomamos conciencia de lo que Dios es para nosotros:  amor, perdón, denuncia, exigencia, donación, presencia, elección y envío, compromiso y fuerza.

Ojalá podamos en éste año de la fe, asumir y testimoniar con alegría nuestro ser católico perteneciendo de corazón a esta Iglesia gobernada por nuestro querido Papa Francisco y protegida por nuestra Madre la Virgen.

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