Esta advocación debe su origen a la
aparición de la Santísima Virgen a Catalina Labouré, religiosa de la
congregación de las hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl (Pool).
Un 27 de noviembre de 1830, la Madre de
Dios se presentó a Catalina, confiándole la misión de acuñar una medalla según
su voluntad. El modelo fue revelado por la Virgen, quien pidió se dibujara su
imagen, de pie sobre un globo blanco que simboliza el mundo, aplastando una
serpiente.
La medalla debía llevar escritas las
siguientes palabras: “¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que
recurrimos a Vos!”
La Virgen prometió a Santa Catalina Labouré
que todos aquellos que lleven esta
imagen consigo recibirán muchas gracias, sobre todo los que la lleven con
confianza. En la otra cara de la medalla, Catalina vislumbró una letra M,
coronada por una cruz, y vio también los corazones de Jesús u María: el primero
coronado de espinas, y el segundo, atravesado por una espada. Las autoridades de
la iglesia tardaron bastante en difundir estas visiones. Incluso el confesor de
Santa Catalina tardó mucho tiempo en reconocer el suceso. Pero Santa Catalina
no perdió la fe en su Señora y, a los dos años, en 1832, se acuñó la Medalla
Milagrosa según la voluntad de María.
Inmediatamente, se propagó su culto en
forma prodigiosa. La misma gente comenzó a recibir favores de la Madre de Dios
y todos comenzaron a llamarla “la Medalla que cura”, la “Medalla que obra los
milagros”.
La conmemoración de la aparición en el año
1894 se estableció el 27 de noviembre para la Fiesta de la Manifestación de la
Inmaculada Virgen María de la Medalla Milagrosa. Miles de fieles visitan su
santuario, especialmente en este día. La devoción a la Medalla Milagrosa es uno
de los mayores tesoros del pueblo cristiano, cuyo cariño por la Santa Madre de
Jesús es infinitamente poderoso.
ORACION A LA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA
PARA OBTENER UNA GRACIA ESPECIAL:
¡Oh María, consuelo de cuantos te invocan!
Escucha benigna la confiada oración que en mi necesidad elevo al trono de tu
misericordia.
¿A quién podré recurrir mejor que a Ti,
Virgen bendita, que sólo respiras dignidad y clemencia, que, dueña de todos los
bienes de Dios, sólo piensas en difundirlos en torno tuyo? Sé pues mi amparo, mi
esperanza en esta ocasión; y, ya que devotamente cuelga de mi cuello la Medalla
Milagrosa, prenda inestimable de tu amor, concédeme, Madre Inmaculada, la
gracia que con tanta insistencia te pido.
Amén.
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