martes, 20 de noviembre de 2012

UN LARGO VIAJE AL SUR




Para realizar una misión y delegado por mi Vicario y  por  e l capellán mayor parto hacia el sur. En aeroparque se informa la partida del vuelo 004 con escalas en Mar del Plata, Bariloche, El Calafate, Río Grande, Río Gallegos, Ushuaia  y Comodoro Rivadavia, mi destino.
Apenas despegamos me asombró sobremanera ver desde lo alto la selva de cemento que es nuestra querida Buenos Aires, Ciudad Autónoma y ciudades que florean el conurbano; y ese río que nunca se detiene porque continúa en el mar.
En Mar del Plata, mar azul, que invita a refrescar los cuerpos en los soleados veranos; ¡qué lindo es estar en Mar del Plata, en Mar del Plata soy feliz!
Al llegar a Bariloche el aparato sufrió en tierra un desperfecto en una de sus turbinas. Se canceló el vuelo, bauches  para almorzar, hotel; y en un abrir y cerrar de ojos se me hace realidad el sueño tan ansiado de todo adolescente y joven del norte, conocer Bariloche.
Pasada la noche, por la mañana reanudamos el vuelo al sur, asumiendo el sacrificio de tantos argentinos que pisan este suelo agreste haciendo frente al viento que es puro y parece que se resiste a que invadan estos lares vírgenes, de stress, smog y vértigo ciudadano. Acá es como si se detiene el tiempo en el cielo azul, en los lagos, los ventisqueros, las nieves eternas, y en la calidez de su gente en el frío sur. Mario Benedetti  tenía razón cuando dijo: el sur también existe.
Al contemplar los glaciares, junto con la emoción y el asombro de ver tan cerca al Dios creador de toda naturaleza, que en este lugar es divina, me viene la alabanza en himno agradecido:
“Señor, yo sé que, en la mañana pura
De este mundo, tu diestra generosa
Hizo la luz antes que toda cosa,
Porque todo tuviera su figura.
                                                 Yo sé que te refleja la segura
                                                 Línea inmortal del lirio y de la rosa
                                                 Mejor que la embriagada y temerosa
                                                 Música de los vientos de la altura.
Por eso te celebro yo en el frío
Pensar exacto a la verdad sujeto,
Y en la rivera sin temblor del río.
                                                         Por eso yo te adoro, mudo y quieto,
                                                         Y por eso, Señor, el dolor mío
                                                          Para llegar hasta ti se hizo soneto”.
Pero también una mirada crítica al verlos tan vulnerables, endebles, partidos y desangrados en cada deshielo, que se hunde en el agua fría que se va calentando lentamente por la participación pasiva e inconsciente del hombre. Esto es lo que vi, sentí y me emocionó en El Calafate
Una hora y media más de vuelo arribamos a Trelew, contra todo pronóstico y asumiendo lo incondicional del viaje a la Patagonia. Allí en tierra, abordamos una combi para realizar 4 horas de carretera hasta Comodoro Rivadavia; al salir de la ciudad a la tardecita la vista transmitía cielo y estepa,estepa y cielo.
Haciendo un recuento, salí de aeroparque día jueves 10 horas, llegaba a Comodoro viernes 23 hs, tiempo suficiente en un viaje para darse cuenta de la grandeza de Dios y cuánto nos falta para solucionar situaciones vitales de tantos hermanos nuestros, que de norte a sur y de este a oeste intentan hacer grande la patria sin los medios necesarios y suficientes para lograrlo.
Con el Salmo 8 puedo decir:
 “SEÑOR, dueño nuestro
  ¡Qué admirable es tu nombre
  En toda la tierra!
-Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos;
La luna y las estrellas que has creado,
¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él;
El ser humano, para darle poder?
-Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
Lo coronaste de gloria y dignidad,
Le diste el mando sobre las obras de tus manos,
Todo lo sometiste bajo sus pies.
                                                      Rebaños de ovejas y toros,
                                                       Y hasta las bestias del campo,
                                                       Las aves del cielo, los peces del mar,
                                                       Que trazan sendas por las aguas.
Señor, dueño nuestro,
¡Qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

                                                                                                                 NOVIEMBRE 2012-11-12

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