Todos los
autores coinciden en que el hombre ansía la paz desde lo más profundo de su
ser; pero a veces ignora la naturaleza del bien que tan ansiosamente anhela, y
los caminos que sigue para alcanzarlo no son siempre los caminos de Dios. Por
eso debe aprender de la historia sagrada que no siempre se la tiene en cuenta
en el mundo actual secularizado; y consiste en la búsqueda de la verdadera paz
y oír proclamar por Dios Padre en Jesucristo el don de la Paz verdadera.
Podemos decir
que la Paz es la felicidad perfecta. No es sólo el pacto que permite una vida tranquila, ni el “tiempo de paz” en
oposición al “tiempo de guerra”.
En primer lugar
la podemos relacionar con el bienestar de la existencia cotidiana, el estado
del hombre en armonía con la naturaleza, consigo mismo, con los demás seres y
con Dios; la Paz es bendición, reposo, prosperidad, belleza, vida, salvación.
La Paz está muy
ligada a la felicidad, por ejemplo: de haber terminado y tener la casa propia;
la experiencia interior en el acto de restablecer las cosas en su estado de
plenitud, en su integridad; por ejemplo: apaciguar un acreedor, cumplir una
promesa o voto.
Tener buena
salud también da Paz. En las tradiciones antiguas para preguntar cómo está uno,
si se halla bien se decía: “¿Está en Paz?” (2 libro de Samuel 18,32). Para
decir que uno vivió una vida dichosa y saciado de días, se decía: “murió en
Paz” (Génesis 15,15 - Lucas 2, 29)
En la actualidad
para tener Paz debe existir mayor seguridad.
Otra realidad
importante y tan carente en nuestra sociedad actual es que la Paz es concordia
en la vida fraterna, con la familia, los amigos, con una buena vecindad; donde reine la confianza mutua, el diálogo
sereno y sincero, sin gritos, sin violencia.
Toda esta
realidad material y espiritual de la Paz la podemos encontrar en un simple
saludo; los Hebreos dicen: SALÓM para indicar un deseo de bienestar, plenitud y
armonía.
Los árabes se
saludan con el SALAMALEC para indicar
“buenos días” o “adiós”. San Francisco y toda la familia
franciscana dicen: “paz y bien” – ya sabemos la armonía que Francisco tenía con
todas las criaturas.
Por último la
Paz ligada a la Justicia. Porque la Paz es lo que está bien por oposición a lo
que está mal. Si recordamos la historia bíblica
podemos ver que el profeta Isaías ya decía: “No hay Paz para los malvados” (Isaías
48, 22); por el contrario “miren al hombre justo: hay una posteridad para el
hombre de Paz” (Salmo 37, 11)
Nada mejor en
este momento presente de nuestra historia Argentina de rezar por la Paz de los
argentinos.
Oración por la Patria:
“Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Nos sentimos heridos y agobiados.
Precisamos tu alivio y fortaleza. Queremos ser nación, una nación cuya identidad
sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común. Danos la
valentía de la libertad de los hijos de Dios para amar a todos sin excluir a
nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden,
aborreciendo el odio y construyendo la Paz. Concédenos la sabiduría del diálogo
y la esperanza que no defrauda. Tu nos convocas, Aquí estamos, cercanos a
María, que desde Lujan nos dice:¡Argentina canta y camina! Jesucristo, Señor de
la historia, te necesitamos. Amén.
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