Vivir la vida de
cualquier forma no es todo, porque muchas veces quedamos enganchados con el
pasado, nos ilusionamos y sufrimos las exigencias de los instintos, de los
deseos.
Otros temen
ante el futuro personal y de los demás (hijos o nietos).
Todos se olvidan
de vivir el presente.
Hay un único
medio de no fracasar en la vida: sumergirse por entero en el momento presente.
Respondiendo al amor infinito que como signo Dios se hace presente.
Los hombres y mujeres sólo viven unos meses de plenitud.
Llegan a los 70 u 80 con el peso de los años sin haberlos disfrutado, porque
viven por las orillas de la existencia.
¿POR QUÉ NO
VIVES TU VIDA?
Unos piensan que la vida es para mañana: hay que pensar y prepararse
para el porvenir: los exámenes, la profesión, el hogar; luego el provenir de
los hijos, sus exámenes, su profesión, su hogar.
Luego llegan los
años de ancianidad: preocupación por la jubilación, los impuestos, la casa
grande por el síndrome del nido vacío;
mañana haré, mañana tendré, mañana seré. . . ¿Por qué esperar el mañana para
vivir? Un día no tendrás mañana y no habrás vivido.
Uno se ata al
PASADO, que parece importante porque su experiencia, lo viviste, pero eso fue
ayer, hoy ya no tenes ningún poder sobre él.
El FUTURO te preocupa, te seduce, en sueño puedes
moldearlo, pero todabía no existe y no te debe hacer perder el tiempo.
El PRESENTE es tan efímero y no le das valor, y
sin embargo es el único que está en tu poder. LA VIDA NO ES MÁS QUE UN CONJUNTO
DE MOMENTOS PRESENTES.
Crees ver ante
la felicidad, la alegría, el amor a Dios. Es espejismo. Te olvidas trágicamente
de que Dios está a tu lado, en el lugar exacto donde tú estás, en el momento en
que vives y que él lo sostiene todo.
A veces somos
ese peregrino que abandona a Dios al borde del camino para correr tras su
imagen.
El ansioso
quiere vivir muchos instantes a la vez.
Si querés triunfar en la vida, déja el pasado en manos de Dios, déjale
también el futuro y vive plenamente, uno
tras otro, cada momento presente.
El presente es
liviano, no aplasta, no te cansa, tiene dimensión humana, puedes orientarlo y
vivir con él. Su profundidad es infinita, está habitado por el amor.
Dios te espera
en el instante presente. Si te alojas en él como el enchufe en la toma de
corriente, la luz y la fuerza pasarán
por ti.
El instante
presente es el punto de inserción de Dios en tu vida y a través de ti, en la
vida del mundo. Pero Dios no pasará sin tu libre consentimiento. Si aceptas el
instante presente, sin apegarte al pasado ni preocuparte por el porvenir;
permitirás la encarnación mística del Hijo de Dios.
Si eres fiel al
presente, te librarás del pasado y no te atormentarás por el futuro. “A cada
día le basta su propia preocupación” dice la Sagrada Escritura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario