domingo, 20 de abril de 2014

DOMINGO DE RESURRECCIÓN 2014 (Jn. 20,1-10)

                                     

      En el Evangelio de Juan podemos observar  cómo debemos ver a Jesús resucitado, no con los ojos, ni con la investigación, sino con los ojos del amor, del corazón, con los ojos de la fe.
      De madrugada, el primer día de la semana casi a oscuras, o sea cuando la  fe aún no ha iluminado, estamos como María Magdalena, confundidos, llorosos, mirando con miedo la tumba vacía. Ese vacío interior que a veces nos invade: cansancio, acciones sin sentido, rutina, ese vacío que nos produce cuando estamos en crisis y los esquemas antiguos no tienen respuestas y se derrumban.
      Y Jesús nos es robado, a nosotros que lo teníamos tan seguro. Y pedimos  ayuda a Pedro que representa lo institucional de la Iglesia y a Juan que representa el amor, el aspecto íntimo.
El amor –Juan- corre más rápido y llega  antes, pero deja paso a la autoridad para que averigüe lo que ha pasado.  Pedro no comprende, Juan que compartió más cosas por amor, vio y creyó, el  amor le abrió el pensamiento.
      El mensaje del Evangelio es claro: sólo el amor puede hacer ver a Jesús en su nueva dimensión, inútil   es  como Pedro, investigar, hurgar entre los lienzos, buscar explicaciones.
      La fe en la Pascua es una experiencia accesible sólo a quienes escuchan el Evangelio del amor y lo llevan a la práctica. Si no amamos de verdad esta Pascua es vacía como aquella tumba. Si esta Pascua no nos hace más cristianos, más humanos, más hermanos,sus palabras son mentirosas.  Celebremos pues con pureza  y  sinceridad, como dice S.Pablo.
      Si ésta comunidad no vive y crece en el amor, si no “pasa haciendo el bien y curando a los enfermos y liberando a los oprimidos” (como dice la primera lectura) no ha vivido su Pascua.
      Que el gozo y la alegría Pascual de María nos dé la fuerza del cambio, de la conversión y renovación en este momento de nuestra historia.

                                               ¡¡ FELIZ  PASCUA  PARA  TODOS!!

sábado, 19 de abril de 2014

SÁBADO DE LA VIGILIA PASCUAL 2014

                                

      La oración de vigilia, de espera de esta noche es definida por San Agustín como: “la vigilia madre de todas las vigilias” porque en esta noche el Señor Jesús ha pasado para salvar y liberar al pueblo oprimido por la esclavitud, por el pecado. En esta noche Jesucristo ha pasado a la vida nueva venciendo la gran enemiga del hombre, la muerte.
      Un rumor corre desde siglos entre los creyentes, rumor que no se ha terminado aún, es el testimonio de los que han descubierto que Dios salva, que libera, que hace una promesa de futuro al hombre, con una alianza eterna.
      En esta noche se celebra el compromiso adquirido por Dios, de hacer caminar unidos el cielo con la tierra. Es noche para estar despiertos, en vela, porque estamos invitados a salir de la esclavitud, a reformar la estructura de este mundo de pecado, a celebrar la transformación del hombre nuevo.
      Dentro de la estructura simbólica de la celebración de hoy es posible leer el paradigma de la esencia cristiana de la Pascua. Luz, Palabra, Agua. Puntos de referencias esenciales para una vida nueva. Un cristiano está llamado a dejar atrás una vida de pecado y a ser portador de Luz. (Efesios 5,8  y  Colosenses 1,12-13)
      Estamos llamados a perseverar en la escucha de la Palabra de Cristo muerto y resucitado. Él es la Palabra definitiva de la historia. Estamos invitados a vivir bajo la guía del Espíritu Santo la vocación bautismal (Agua) para anunciar y testimoniar con el don de sí mismo, el misterio del cual la Eucaristía celebra el memorial, la actualización constante de Cristo entre nosotros.
      Por eso, como primicia del proyecto salvador de Dios, Cristo ha resucitado. Jesús de Nazaret ha entrado ya en el futuro que aguarda todo hombre, Él participa ya de la nueva creación, es el hombre nuevo creado en plenitud de vida y comunión.

      La celebración de la fe cristiana proclama primogénito de entre los muertos, prenda, regalo de nuestra propia resurrección. Cantemos entonces con una vida renovada “un cántico nuevo a Dios “que ilumina esta noche santa con la gloria de la resurrección del Señor. Feliz Pascua!

jueves, 17 de abril de 2014

JUEVES SANTO


      Hoy es un día sacerdotal, porque es él quien realiza la Eucaristía en cada misa, especialmente hoy que se actualiza la última cena.
      La Eucarística es una comida, no un espectáculo para mirar, ni un rito para oír. Es antes que nada una mesa a la que somos invitados por Jesús para compartir su cuerpo entregado.
      La primera Pascua fue comida, un banquete de primavera, del despertar a una vida nueva. Comer es participar juntos de la misma empresa, con idénticos sentimientos. Los cristianos católicos comemos su Cuerpo entregado y bebemos su Sangre derramada. Sabemos que las palabras de la consagración de Jesús fueron dichas en arameo, traducido sería: - esto mi cuerpo  o  mi  carne.  – Esto  mi  sangre.
      En hebreo se dice CARNE para designar al hombre entero. La palabra con sufijo en primera persona “Mi  carne “se ponía también en vez del “Yo”.
      De modo que “Esto mi carne” equivale a decir “Esto YO”.  “Esta es mi carne”= “Esto soy YO”
      Comulgar es hacer nuestro al Cristo que se da por los hermanos, comprometiéndonos en ese gesto a ser otros Cristos, otros panes que alimentan al hermano necesitado, que se ponen al servicio unos de otros, como lo simbolizamos en el lavado de los pies.
      Comulgar a Jesús en la misa no es un gesto romántico, es mucho más que recibir a Jesús en el corazón. No podemos comulgar con cualquier Jesús, sino con éste Jesús “entregado”  y  “derramado”, el mismo que muere en la cruz. La Eucaristía no termina en el templo, allí comienza, luego se completa en la vida cuando se sirve, cuando se ama, cuando somos signo de unión. Cuando pasamos haciendo el bien, como lo hizo Jesús...
      Al finalizar la misa del jueves santo, se traslada el Santísimo sacramento y se deposita en un altar lateral para la adoración que el pueblo le rinde. Allí El espera nuestra visita que nos compromete a imitarlo. Desde hoy en silencio, en estricto recogimiento debemos pensar que convertir, que cambiar, para mejorar nuestra vida para ser seres resucitados, seres pascuales, personas nuevas.

COMO CULMINACIÓN DE LA CUARESMA


      Después de haber vivido estos cuarenta días antes de la Pascua. De haber reflexionado cada domingo con las lecturas motivadoras del evangelio  que comenzó el domingo 9 de marzo, primer domingo de cuaresma; presentaba las tentaciones que enfrentó Jesús como hombre, con la oración y fundamentado en la Palabra de Dios superó esos momentos. Podemos concluir que las tentaciones son buenas porque tenemos la posibilidad de elegir y afrontar lo negativo con lo bueno y bello de las enseñanzas, de los mandamientos y preceptos del Señor.
     Pasamos al segundo domingo que fue el 16 de marzo, donde pudimos reflexionar sobre la Transfiguración del Señor, que mostró a sus amigos mas cercanos que El era hombre verdadero y Dios verdadero.
    El tercer domingo, 23 de marzo nos encontramos con el maravilloso texto donde Jesús se encuentra y dialoga con una mujer además Samaritana, que en ese entonces lo tenían cultural y religiosamente prohibido. Jesús se presenta como Agua viva.
      El 30  de marzo , cuarto domingo cuaresmal  el Evangelio presentaba al ciego que fue curado por Jesús por la fe y el pedido que él mismo le hace. Señor  que vea. Ese tiene que ser nuestro pedido constante al Señor; que veamos claro cómo ser  sus testigos en el mundo que hoy nos toca vivir.
     Por último, el quinto domingo de cuaresma, en la resurrección de Lázaro manifiesta su poder total, que es señal de lo que sucederá con su pascua. El vino y asumió su pasión y muerte para darnos vida nueva. No solo después de nuestra muerte terrenal. Sino que estamos invitados ya desde ahora que tenemos vida, a morir a las actitudes que no nos dejan ser plenamente libres y a vivir según el plan y los designios de Dios para ser feliz.
      Podemos concluir la reflexión de cuaresma con ésta leyenda popular:
“Cuenta la leyenda que un anciano Cacique se encontraba reunido con su pueblo al atardecer, alrededor del fuego  y  conversaban; uno de los nietos le preguntó: abuelo. . por qué estás tan triste? El anciano le contesta: porque dentro mío y de toda la humanidad están luchando dos lobos. En uno está la soberbia, el rencor, la violencia, la envidia, la mentira, el odio, la intolerancia, la vanidad, el prejuicio y los celos.
      Y en el otro está: EL PERDÓN, EL AMOR, LA HUMILDAD, LA CARIDAD, LA DULZURA, LA BONDAD, LA TOLERANCIA, LA SINCERIDAD, LA MISERICORDIA, LA PACIENCIA, LA ARMONÍA Y LA PAZ.
      El niño le preguntó:  abuelo quien  es el que triunfará? El anciano le responde: aquel  que tú alimentes, ese triunfará, en tu corazón y en toda la humanidad.