Aunque no lo podamos creer, ya estamos a
menos de un mes de la navidad, y como cristianos tenemos la posibilidad de
prepararnos adecuadamente con la práctica litúrgica de Adviento.
ORIGEN Y DESARROLLO DEL ADVIENTO
En la concepción pagana la divinidad de los
pueblos primitivos venia una vez al año a habitar en su templo: en latín este acontecimiento era el ADVENTUS
(presencia o venida) podía durar varios días,
tanto cuanto duraban los festejos.
El culto al emperador utilizó la misma
idea: el Adventus se
convirtió en la visita del emperador o en el aniversario, que se
celebraba como si fuera su retorno.
En el Cristianismo desde los primeros
siglos, la palabra pagana adviento designó en primer lugar el aniversario del
nacimiento del Señor y la celebración de su manifestación el 6 de enero.
Antes de continuar la reflexión tenemos que saber que en la celebración
litúrgica coexisten tres dimensiones de la historia: a) el memorial
–actualización- del pasado
b) el misterio que se celebra
en el presente
c) y la anticipación del futuro.
Como también lo explican los Padres de la
Iglesia, conocemos tres venidas de Jesús:
a)
La venida histórica, la que nos
cuenta San Lucas en sus primeros capítulos, (vino a los suyos y no lo
reconocieron)
b)
La que renovamos cada año en
navidad, en rito, en el culto, en la liturgia, en el corazón.
c)
La última venida (Mateo 25)
vendrá a juzgar…
Debemos saber también que en la Iglesia,
para todos los tiempos fuertes de la liturgia: adviento ,navidad, cuaresma,
pascua, pentecostés, etc. Todo se fundamente en la Sagrada Escritura.
Para el adviento se lee el libro de Rut,
que se lo considera profético, y algo del profeta Miqueas, pero lo central se
lee de Isaías que se sitúa a finales del siglo VIII y comienzos del siglo VII
a.c..
En los capítulos del 1 al 39 muestra un
tiempo en que en Israel había una desviación generalizada, no había respeto por
la ley y mucha infidelidad a la alianza con Dios.
Los invito a que lean la introducción al
libro de Isaías en una versión latinoamericana de la Biblia; verán que sin
poner nombres de lugares ni decimos en
que tiempo sucedieron esos acontecimientos, verán que es una radiografía de la
sociedad actual. Entrelaza los temas de denuncia del pecado, de amenaza del
castigo y el anuncio de un porvenir nuevo para Israel y para la humanidad.
Aflora siempre el tema clásico de una humanidad adúltera e infiel, en contraste
con el amor fiel y apasionado de Dios.
Isaías insiste y pone el acento en la
renovación interior que llevará a cabo el Espíritu, que Dios dará a su pueblo,
los destinatarios de esta transformación será el resto de Israel, o sea los
pobres y los humildes que ponen toda su confianza en el señor.
Son ellos los portadores de las promesas de
Dios, los anunciadores de la nueva tierra y los nuevos cielos.
Los textos aportan la visión del futuro,
comparada con el recuerdo del pasado y con la experiencia del presente, pone de
manifiesto que Dios actúa progresivamente un proyecto unitario de salvación
para la humanidad.
Otra dimensión a tener en cuenta es que la
historia se hace inteligible y recibe un sentido solamente de la fe, ya que es
Dios el que conduce los acontecimientos con una fuerza que supera todos los
obstáculos que podamos tener. Los que no sintonizan con Dios y sus valores no
se dan cuenta que él actúa en la historia.
Isaías hace que revisemos el peligro de
siempre:
-
De vivir con tibieza nuestro
ser cristianos, viviendo como paganos.
-
El formalismo religioso que
alimenta la falsa certeza de considerarse justos sin conversión, por el mero
hecho de ser herederos de las promesas y
cumplidores de la ley, formalizadas en
una cuantas prácticas religiosas.
Son ilustrativos en Adviento también los
salmos, cánticos y responsorios. Los característicos son: Samos 23, 24, 71, 79,
84, 88, 121.
El Salmo 23 por ejemplo muestra que para
acercarse al Señor es necesario poseer pureza de corazón en integridad de vida,
ese recibirá la recompensa de bendición. Se interpreta que María es la que
encarna este salmo, y todos los cristianos a ejemplo de María tienen que
disponerse a recibir al rey de la gloria que viene bajo la humilde forma de Hombre.
LA ENCARNACION DE DIOS
EN EL MISTRIO DE LA SALVACION
El pecado no solo provocó la lejanía de los
hombres con Dios sino que engendró el miedo, “donde hay miedo no puede haber
amor” dice San Pedro Crisologo.
Dos da el primer paso, El nos amó primero, su
amor engendra en nosotros el deseo de acercarse y nos invita a regresar a sus
brazos. La nueva relación con él debe construirse en el amor.
En el mismo momento que el hombre se aparta
de Dios, Dios comienza el proyecto de la salvación.
El abismo que hay entre Dios y el hombre se
soluciona solamente, según los Padres Apostólicos,
Cuando se realiza el intercambio entre Dios
que se hace hombre, para que el hombre de divinice y eleve su condición. San
Atanacio es el que demuestra que la encarnación es la que restaura la imagen de
Dios en el hombre como era al principio. Este modelo de intercambio que se da
en Navidad, es el fundamento de toda vida cristiana, de ahí el Emmanuel, Dios
con nosotros.
En María se realiza este intercambio ya que Jesús
Dios, toma naturaleza humana de ella.
ACTITUDES
O MODOS DE PREPARACIÓN PARA LA VENIDA DEL SEÑOR:
vigilancia, paciencia, purificación, conversión. San Anselmo escribió al respecto:
“Enséñame a buscarte y muéstrate a quien te busca; porque no puedo ir en tu busca a menos que tu no me
enseñes, y no puedo encontrarte si Tu no te manifiestas. Deseando te buscaré,
buscándote te desearé, amando te
hallaré y hallándote te amaré”
El Reino de Dios ya está entre nosotros
pero aún no en plenitud.
Por eso los Padres Apostólicos decían: “al
no tener todavía la consolación plena, tenemos la fe cierta y la esperanza.
Sostenidos por la fe, aguardamos en medio de la prueba, con paciencia, y en el
deseo del retorno del Señor.
LA FIGURA Y EL PAPEL DE MARIA
Sabemos, Dios se preparó de antemano la que
sería la madre de su hijo. Pura, limpia, inmaculada, sin pecado.
La mariología hace una comparación entre
Eva y María, por la actitud contraria una de otra, Eva desobedece, dice no a
Dios, condena. María obedece, dice si a Dios, salva. Luego en el documento del
Vaticano II, Lumen Gentium en el
capitulo octavo sobre la Virgen se le da el titulo “co-redentora” junto con el
Hijo.
El término “El Señor viene”, pasa a tener
importancia en la teología con el tema de la “venida”.
Venir equivale a la intervención de Dios en
la historia de la humanidad.
Cristo es enviado como DON=regalos del
Padre:- para habitar entre nosotros, visitar a su pueblo, para salvar y renovar
el mundo, para hacer de nosotros nuevas creaturas, para liberarnos del pecado, y
vencer las tinieblas, para iluminarnos, él nos introducirá en su Reino, será
para nosotros la paz.
Es importante la actitud de IR AL
ENCUENTRO, prepararse para recibirlo como se menciona en el Evangelio de Lucas:
ver parábola de las 10 vírgenes, Lucas 25,1-13.
Siervos en vela cuando el amo llega de
improviso, Lucas 12,35-40
Comensales dignos, Lucas 12,35-48
María en espera de la primera venida de
Jesús es figura, o sea, se compara con la Iglesia en espera de la segunda
venida. Espera que debe ser con esperanza confiada. La espera se vive en la fe,
se re-aviva en la esperanza, es una
espera vigilante, perseverante en el bien. La iglesia se prepara en el gozo que
se cumplirá y en la alabanza.
La carta de San Pablo a los Gálatas 4,4-7 presenta a María como la
mujer de la plenitud de los tiempos, con ella se cierra una época y se abre al
futuro.
La fuerza misericordiosa y fiel de Dios se
había manifestado ya antes de ella para dar a las mujeres ancianas y estériles
hijos carismáticos, hijos del Espíritu, llamados a salvar al pueblo, es así
como nacieron: Isaías de Sara; Sansón de la mujer de Manoé; Samuel de Ana; Juan
de Isabel. Y Lucas que hace toda una presentación especial de María, porque no
será madre de cualquier salvador sino DEL SALVADOR por excelencia, Lucas
1,32-33.
CONCLUSIÓN
Podemos ver en la maternidad divina la más
grande expresión del amor de Dios por nosotros.
Dios se hizo solidario con nosotros pasando
a través de María.