TEXTO
DE HOMILIA EN EL FUNERAL DE MI PADRE
MALABRIGO 14
DE ENERO DE
1988
Todos, en un momento o en
otro pasamos por la experiencia de la muerte de un ser querido, familiar, amigo
o vecino. Además esta realidad tan dura
y a veces difícil de digerir y asumir, no siempre sacamos como tema de
conversación en la familia. Nos da miedo, pensar en la muerte, nos entristece.
Pero debemos saber mirarla desde el punto de vista de Dios, los que
creemos y tenemos fe debemos asumir la muerte como
señal de nueva vida.
El 10 de enero del año 88 yo terminaba el
proceso de formación religiosa, en Montevideo recibía el diaconado de manos de
Mons. Parteli, en ese ínterin me llegó la noticia de la Pascua de Papá en
Malabrigo, provincia de Santa Fe; llegué al pueblo después de tres días de su
fallecimiento.
En Montevideo realicé mi primer servicio
diaconal con el casamiento de Virce (chilena) y Alejandro (uruguayo), luego el
funeral de papá en el cementerio de mi pueblo. Estas fueron las palabras con
que animé a mamá, mis hermanos, familiares y amigos que nos acompañaron en ese
momento:
“Con la muerte nos damos cuenta que somos
más que un cuerpo.
El hombre, nosotros somos la mejor
floración del mundo, por eso jamás puede negar sus raíces, hasta el punto que
uno vuelve a la tierra para vivir una vida nueva.
En la muerte nos damos cuenta de una doble relación de nuestro
cuerpo con el mundo, y que eso se acaba, es el límite del hombre y nos cuesta
reconocerlo; pero a la vez estamos relacionándonos con lo infinito, lo que no tiene límites, abierto
plenamente a un todo.
Esto corresponde a un nuevo modo de ser del
hombre después de la muerte, es una experiencia única. Es la manifestación
personal de Dios con cada hombre.
En ese sentido la muerte es como el
nacimiento. Al nacer, el niño abandona la matriz que lo nutría, que, al poco
tiempo, a los 9 meses, se había vuelto sofocante, y agotaba las posibilidades
de vida intra-uterina.
Pasa por una violenta crisis: es apretado,
empujado de todos lados, y por fin arrojado al mundo. El niño no sabe que lo
espera un mundo más vasto, más amplio que el vientre materno, lleno de amplios
horizontes y de ilimitadas posibilidades de comunicación.
Al morir el hombre pasa por una crisis
semejante :enflaquece, siente angustia, va perdiendo el aire, agoniza y es como
arrancado de este mundo. Tampoco sabe el hombre que va a irrumpir en un mundo
mucho más vasto que el que acaba de
dejar y que su capacidad de relacionarse se extenderá hasta el infinito. La
placenta del que nace a una vida nueva después de la muerte está constituida
por la globalidad del universo total.
Es necesario que pensemos y miremos la
muerte, no como una barrera que nos separa de los demás y de Dios, sino al
contrario; la muerte es la expresión o la experiencia radical de nuestra
comunicación con las cosas y con la globalidad del cosmos.
El crecimiento, el pleno desenvolvimiento
de papá ahora ya no conoce límites, inició su vida germinalmente, como la
semilla; pudo florecer durante la vida; ahora revienta como un capullo en la
primavera que jamás se acaba.
“ Porque muriendo, acabamos de nacer”
(Franklin)
Tenemos que aceptar, asumir la muerte como
paso, no como algo que todo se termina.
No morir sería para el hombre, lo que es
para la espiga nunca madurar, nunca ser segada para sr el trigo de Dios.
Los que quedamos, nosotros somos granos de
esta espiga que maduró a papá con la muerte. Unidos debemos seguir madurando
para florecer también nosotros a esa primavera que nunca se termina en la casa
del Padre.
Nosotros que tenemos fe y como cristianos
¿cómo entendemos la resurrección?: resucitar no es sólo que un cuerpo sin vida
vuelva a vivir. Resucitar es lograr en plenitud, todo, o sea llegar a la
realización de las capacidades del hombre.
(cuerpo y alma).
“Por la resurrección todo se volverá
inmediato para el hombre: el amor florecerá en la persona, la ciencia se
volverá visión, el conocimiento se transformará en sensación, la inteligencia
se volverá audición. Desaparecerán las barreras del espacio: la persona humana
existirá donde esté su amor, donde esté su deseo, su voluntad y su felicidad.
En Cristo resucitado todo se volvió
inmediato, es decir, desaparecieron todas las barreras terrenas.
El penetró en la infinitud de la vida, del
espacio, del tiempo, de la fuerza y la luz” (revista Concilium 10, 1970, 1217)
Papá estará vivo en nosotros siempre que
pongamos en práctica lo que él nos enseñó y aconsejó, con su humildad, con su
sencilléz, muchas veces con su silencio.
Papá, sabemos que la muerte es el paso a la
verdadera vida, porque tenemos fe la imagen
de la muerte pasa, para nosotros no posee nada que pueda darnos miedo,
antes, por el contrario: es reconfortante y consoladora. Es consolador saber
que ahora vives plenamente, gozando de la luz que no tiene fin, comunicado con
todo y sabiéndolo todo.Nosotros contamos con tu intercesión.
Nota:
El 10 de enero falleció mi papá, yo estaba fuera y me esperaron para que le diera las últimas palabras de despedida, lo enterramos el 14 de enero. Fue una mezcla de sensaciones diversas, era la primera vez que realizaba una homilía para despedir a alguien de este mundo y me toco nada mas ni nada menos que con mi propio padre.
Este es el texto que escribí para esa ocasión y lo comparto para transmitirles consuelo, esperanza y entendimiento pues,es el paso natural para una vida mejor, de luz y de paz...
¡Buen año para todos!.
Nota:
El 10 de enero falleció mi papá, yo estaba fuera y me esperaron para que le diera las últimas palabras de despedida, lo enterramos el 14 de enero. Fue una mezcla de sensaciones diversas, era la primera vez que realizaba una homilía para despedir a alguien de este mundo y me toco nada mas ni nada menos que con mi propio padre.
Este es el texto que escribí para esa ocasión y lo comparto para transmitirles consuelo, esperanza y entendimiento pues,es el paso natural para una vida mejor, de luz y de paz...
¡Buen año para todos!.
Hermoso P.Oscar gracias por compartirlo, la muerte es un misterio para nosotros. Por fé intentamos comprender minimamente algo, pero todas las respuestas solo la tendremos cuando nos toque pasar a nosotros mismos ese umbral. Siempre le pido a Dios que en su infinita Misericordia me permita volver a ver a mi padre y gozar de su Amor Eterno. Un beso enorme.
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