jueves, 31 de enero de 2013

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



1° viernes de mes

     Una vez más tenemos la posibilidad de seguir acrecentando nuestros conocimientos sobre el misterio de Jesús –Hombre y Dios-. Conocerlo para amarlo. (Uno no ama a quien no conoce).
                 En Jesús Hombre se da la misma realidad que en nosotros, como constitutivo corporal y sicológico. Estamos formados por tres elementos importantes, CUERPO – MENTE  y ESPIRITU. Con los componentes del YO EXTERNO: que socializa, se comunica, actúa, cocina, trabaja, viaja, se moviliza, es lo relacionado con el cuerpo. Y el YO INTERNO: es lo que no vemos, el pensamiento, los recuerdos, la responsabilidad, lo que se asume o no, cuando hago algo en relación con otros, lo que hago bien o lo que hago mal, me va dando la pauta de la felicidad o la amargura, de lo positivo o negativo de mi actuar en el mundo.
                 El cuerpo se maneja con la mente, con el pensamiento, por eso es importante tener una mente bien formada, lúcida, transparente, sana, que busca siempre lo que es bello, noble y justo; esto unido a la voluntad puede cambiar nuestro sistema inmunológico, viviendo de esa manera podemos vivir sanamente y construyendo la felicidad. Podemos decir el amor sana.
     El cuerpo mismo genera hormonas, sustancias que nos pueden ayudar para asumir un cambio en la manera de enfrentar determinadas situaciones.
Porque todo esto es importante, debemos darnos cuenta de cómo nos relacionamos con nuestro cuerpo. Así como el cerebro y la mente hay que formarlos, también tenemos un CORAZÓN.
    El corazón tiene la capacidad de reactivar nuestras emociones, ya que en él reside la  sensibilidad que nos posibilita a relacionarnos de manera adecuada con los demás.
    El corazón es fiel, late, late, late; si la mente te lleva para otro lado, el corazón espera y espera que le hagamos caso. Tenemos que escuchar más al corazón porque da vida, nos respeta, nos ama.
                Depende de cada uno cambiar la química del cuerpo para ser sanos, felices y santos, porque esa es la voluntad de Dios. Para eso hay que abrir la mente y el corazón.
La mente nos indica el deber ser. Y el  corazón manifiesta lo que siento, lo que soy, lo auténtico.
                 En este viaje al CORAZÓN humano-divino nos encontramos con el  regalo del Corazón Sagrado Divino de Jesús, que nos posibilita crear nuevas químicas para cambiar el ritmo y la forma de vida para crecer, convertirnos, progresar y vivir en plenitud esta vida para alcanzar la felicidad en este mundo y la vida eterna en el Reino de los cielo que Jesús Salvador nos tiene prometido.
Para esto hay que tener en cuenta en nuestro ser interno y espiritual las promesas que Jesús Misericordioso hizo a Santa Margarita María, en ellas podemos encontrar la voluntad de Dios Padre que se manifiesta en el Corazón Sagrado de su Hijo Jesús.

PROMESAS   DEL  SAGRADO  CORAZÓN  DE JESÚS
1.- Les daré todas las gracias necesarias a su estado.
2.- Estableceré la paz en sus familias.
3.- Los aliviaré en sus trabajos y los consolaré en sus penas.
4.- Seré su seguro asilo durante la vida y en especial en la hora de la muerte.
5.- Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.-
6.- Los pecadores encontrarán en Mí un océano sin límites de misericordia.-
7.- Las almas tibias se harán fervientes.
8.- Las almas fervientes progresarán rápidamente en la perfección.
9.- Bendeciré las casas en donde la imagen de mi Corazón se exponga y se venere.
10.- Daré a los sacerdotes el poder de conmover a los corazones más endurecidos.
11.- Las personas que propaguen esta devoción tendrán sus nombres escritos en mi Corazón y
        Nadie los borrará de él.
12.- Yo te prometo en el exceso de la misericordia de mi Corazón, que su amor todopoderoso
         Concederá a todos aquellos que comulguen en primer viernes de cada mes durante 9 meses
         Consecutivos, la gracia de la penitencia final; no morirán privados de mi favor ni sin recibir los
         Sacramentos, y mi Corazón será tu seguro refugio en esta última hora.
Sagrado Corazón de Jesús en ¡Vos confío!

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