En este tiempo litúrgico pascual,
que nos propone la Iglesia que es Madre, y Maestra espiritual, donde Jesús con
su resurrección tiene mucho más poder que la muerte, me parece oportuno poder
iluminar sobre una devoción popular equivocada y anticristiana , y que Dios
Padre Todopoderoso de ningún modo podría conceder pedidos que estén en contra
de su voluntad .
¿Por qué equivocada?
Porque la muerte no es un santo
que se pueda canonizar y no puede interceder ante Dios. La muerte es la
interrupción de la vida biológica y lo que continúa y posee vida y Vida Eterna
es “el Alma”. Nosotros, tampoco podríamos tener los católicos, una devoción a san la vida, porque la vida
misma y todo lo creado nos viene de Dios Padre.
Santos son aquellas personas que
en su vida terrenal hicieron grandes cada cosa pequeña, que vivieron cumpliendo
la voluntad de Dios, que es siempre el sumo bien y nos dio el mandato del Amor
cuando dijo “AMENSE UNOS A OTROS COMO YO LOS HE AMADO”
La muerte no es un ser que pueda
invocarse, no existe como intercesora ante Dios, porque Dios es plenitud de
vida.
Para realizar esta exposición a
modo de discernimiento de una realidad que nos circunda, tengo en cuenta una
conferencia de Padre Julián Zini, vicario pastoral de la diócesis de Goya,
Corrientes, mercedeño él, en julio de 2006 en un seminario de catequesis en la
diócesis de Quilmes. Bs. As. Al principio
de la evangelización del norte de nuestro país años 1630-1640 los
misioneros, Padre Antonio Zet entre otros presentaban la historia de la salvación a los aborígenes guaraníes en tres actos a modo de teatro.
Primer acto: el escenario lleno
de actores mostraba como Dios Padre después de la creación del universo, creo
al hombre para que sea libre y feliz.
Segundo acto: todos los actores
tirados en el piso del escenario, muestran como aparece la hermana muerte y de
ella nadie se salva, ni Jesús que era hijo de Dios.
Tercer acto: todos en el piso
cuando se abre el telón y como obra
milagrosa, Jesús resucita y de la mano uno por uno va dando vida a los actores
que representan a la humanidad.
Para las distintas culturas al
hombre o mujer que tiene poder se le llama “Señor” por lo tanto en esta primera
etapa de la evangelización, el Señor es Jesús resucitado vencedor de la muerte.
Con el tiempo y en otras reducciones indígenas, quisieron hacer lo mismo, pero
presentaban en escena las dos primeras partes y omitieron el mensaje central
del tercer acto que es la resurrección
del Señor Jesús.
El común de la gente quedó con
que la muerte es más poderosa porque todos pasan por ella, nadie se salva y sin
explicación ni excepción
Los artistas sacros extractaron
su imagen para una estampa, una calavera con un manto negro y una guadaña en su
mano esquelética y el inconsciente colectivo fue creado y transmitiendo de boca
en boca una oración de intercesión que roza el temor.
Transcribo
literalmente dicha errónea oración:
“Oración al señor san la muerte
Señor la Muerte, espíritu
esquelético poderosísimo y fuerte por demás como un Sansón en tu Majestad,
indispensable en el momento del peligro yo te invoco seguro de tu bondad.
Ruega a Dios Todopoderoso de
concederme todo lo que te pido, que se arrepienta por toda su vida al que daño
o mal de ojo me hizo y que se vuelva contra el enseguida. Para aquel que en
amor me engaña pido que lo hagas volver a mí, y, si desoye tu voz extraña Buen Espíritu de la
Muerte hazle sentir el poder de tu guadaña, en el juego y en los negocios mi
abogado te nombro como el mejor, y, todo aquel que contra mí se viene, hazlo
perder. ¡Oh, Señor la Muerte, mi Ángel protector! Amén.”
El objetivo de este artículo es:
1- Para no tener miedo a los que alientan a esta devoción
equivocada e incompleta.
2- Valorar las devociones bien fundamentadas en el
magisterio y en la tradición de nuestra amada Iglesia y en la recta conciencia
religiosa, ya que el ser cristiano nos lleva
a querer el bien del prójimo. Y por último qué debemos hacer como
discípulos y misioneros según el documento de los obispos en Aparecida, Brasil.
Retomar para esta materia sobre religiosidad popular los que nos decían
nuestros pastores ya en Puebla, México. 1978:
A-Estar con ellos
(gente con devoción equivocada e incompleta) con Afecto y Amor.
B- Preguntar ¿de
dónde viene esa devoción?, ¿qué saben ellos de lo que profesan?
C- Y por último
completarles lo que les falta, en una palabra evangelizarlos.
La tarea evangelizadora no se termina nunca. Es más, tenemos
que prestar atención y ponernos al día con los documentos del Vaticano II que
se cumplen 50 años de su promulgación y fue un momento histórico importante
para la reforma de la vida de los cristianos católicos del mundo y aún hoy en
muchos lugares no se conocen.
“María estrella de la
evangelización ruega por nosotros”
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