En este corto tiempo, en que, si bien es natural pasar de un
día al otro, sin embargo hay un cúmulo de símbolos y signos que no podemos
pasar por alto.
En general a fin de año hacemos el balance de rigor que se
merece toda actividad humana que queremos sea bien llevada. Con mayor razón una
evaluación interna personal de nuestro comportamiento es de especial riqueza.
Y claro está, que al final debemos hacer el propósito de asumir con
sincera auto disciplina acciones
concretas para hacer florecer y madurar
todo lo que nos ayuda a vivir mejor e ir construyendo nuestra propia felicidad.
Como cristianos y marianos no podemos dejar de focalizar
nuestra mirada en María Virgen, personaje central de este tiempo de Navidad y
nuevos nacimientos, que tiene su historia y tradición bien fundamentados desde
la Sagrada Escritura y en la enseñanza de nuestra amada Iglesia; muchas veces
opacada por el tecnicismo cibernético y las novedosas formas de pensamientos y
espiritualidad centrados en el “oriente terreno” para aprender a respirar y
olvidamos el “norte divino y eterno” de nuestra feliz trascendencia para la
salvación.
En efecto, el 1 de
enero es rico sobremanera en conmemoraciones:
-
es el día de “octava de Navidad”, prolongación
de la solemnidad del 25 de diciembre, y
por tanto no debemos apartar la atención
del carácter central del Verbo encarnado, Jesucristo;
-
es el octavo día del nacimiento, en el cual
Cristo fue circuncidado; a esto se refiere directamente el evangelio del día:
Lc. 2,16-21.
- Es el día en que al recién nacido se le impuso
el nombre de “Jesús-Salvador”; y así el 1 de enero, en conformidad con el
Evangelio proclamado, ha absorbido también la “fiesta del nombre de Jesús”, ya
fijada durante siglos en forma autónoma, antes del 14 de enero, por tanto también el nombre de Cristo, con
las realidades implícitas que contiene y supone, ocupa el vértice de la
alabanza de la Iglesia en este día;
-
es el primer día del año civil, motivo antropológico
que muchas tradiciones mantienen vivo en la praxis general, sobre todo en el intercambio de
felicitaciones, a que parece hacer referencia la primera lectura del día (Num
6,22-27), traduciendo las felicitaciones “profanas” en bendiciones “sagradas”
-
finalmente, y algo que se debe actualizar en
nuestros días, la institucionalidad de
la “jornada mundial de la paz” que hiciera el Papa Pablo VI, habla así en el
documento de Marialis cultus: “Es, asimismo, ocasión propicia para renovar la
adoración al recién nacido Príncipe de la Paz, para escuchar de nuevo el
jubiloso anuncio angélico (cf. Lc 2,14) para implorar de Dios, por mediación de
la Reina de la Paz, el don supremo de la Paz. Por eso, en la feliz coincidencia
de la octava de Navidad con el principio del nuevo año, hemos instituido la
“jornada mundial de la Paz”, que goza de creciente adhesión y que está haciendo
madurar frutos de paz en el corazón de tantos hombres”.
Mas, por encima de estos motivos,
en la renovada liturgia, que se dio con la promulgación de los documentos en el
Concilio Vaticano II en el año 1965, del 1 de enero, debe destacar el tema de
la Maternidad Divina y Virginal de María, en el cap. VIII de Lumen Gentium. Si
no se quiere caer en una pluralidad demasiado basta de propuestas celebrativas,
con la consiguiente dispersión espiritual; y si se quiere ser fieles al mensaje
fundamental de la liturgia del día, hay que centrarse única o, al menos
preferentemente, en este tema central y catalizador de toda la celebración y
unificador de las otras temáticas secundarias.
Oración en acción de Gracias
de fin de año
Dios nuestro, infunde en nosotros
el Amor y el Respeto por tu obra maravillosa.
Haz que toda criatura se incline
hacia Ti
Haz que todos los hombres del
mundo colaboren con un corazón intacto para que se cumpla tu voluntad: Porque
tuya es la Tierra, el Poder, la Fuerza y el Amor, para aquellos que Tu has
creado.
Da esperanza a los que te buscan
con Amor.
Danos la Paz, Señor Dios nuestro,
danos la Paz.
Haz que mañana, al salir el sol,
nosotros tengamos todavía vida. Extiende sobre nosotros Tu manto de Paz y
protección.
Inspira a nuestra mente y corazón
pensamientos de bondad.
Sálvanos, Padre nuestro, Gracias
a tu nombre.
Protégenos a nosotros y a nuestras familias y aleja el maligno
y los males: la guerra, el hambre, la enfermedad y la aflicción. Aleja de
nosotros obstáculos y peligros.
Cúbrenos a la sombra de tus alas,
porque eres nuestra protección y nuestra salvación, eres la bondad y la
misericordia.
Vela sobre nosotros, cuando
salimos y cuando regresamos. Concede libertad de hablar de Ti a todos los que
en Ti confíen.
Da Alegría a tu Tierra, oh Dios y
Padre Nuestro. Bendice sus productos, para que goce el mundo entero. Que
florezca la fuerza de Tu Espíritu Santo.
Bendice, oh Señor el año que está
por iniciar, y haz que comencemos con Alegría en el corazón.
Haz que nos dejemos contagiar por
tu ejemplo de Amor.
Haz que podamos transmitir la
belleza de caminar contigo.
Ayúdanos a recordar que el nuevo
año, todo nuevo, todavía por construir, es un regalo que tu haces a cada uno de
nosotros.
Padre misericordioso, derrama tu
misericordia sobre todos los pobres y sobre todos los que invocan tu nombre.
Por Cristo tu Hijo, Nuestro
Hermano, y por la intercesión de Santa María Virgen, Madre de misericordia.
Amén
Bendición final:
Los bendiga el Señor y los
proteja.
El Señor haga resplandecer su luz
sobre ustedes.
El Señor se vuelve sobre ustedes
y les conceda la Paz.
Y que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo esté
siempre con ustedes.
Gracias por sus bendiciones querido amigo, que Dios lo acompañe y lo guíe en su camino.
ResponderEliminarFeliz inicio de año!!
Un abrazo desde México!!!